CUENTOS DE VERANO (2)
"No sabía que hacer... Delante de él, estaba aquél bisonte. Peludo, enorme, con afilados cuernos... Había recogido mi lanza del suelo. Detrás estaba la cueva. El gran animal estaba frente a mi...
Me había dormido en la orilla del lago. Madre lo envió a recoger algunos cangrejos para la comida. El humo salía de la cueva y padre no tardaría en volver de la cacería.
Pero ahora...solamente podía correr cuesta abajo. El gran toro prehistórico, lanzaba chorros de tierra con sus fuertes patas. Cerca estaba su cría. Me había acercado peligrosamente y la fiera tenía que protegerla.
Salí corriendo y me lancé de un salto sobre la copa de un gran árbol.
El bisonte me siguió. Yo empecé a escalar las ramas todo lo rápido que pude. De pronto, sentí la sacudida. Con todas sus fuerzas, el animal comenzó a golpear el tronco del árbol. Estaba enfadado.
Subí hasta la copa del árbol. Miré hacia la cueva y ví llegar a varios cazadores. Grité cuanto pude, pero no me oían. Estaba muy lejos de la gruta.
De repente se me ocurrió ofrecerle unas hojas de aquél extraño árbol. Eran hojas alargadas y verdes. Me acerqué. El bisonte olió aquella planta, se la comió y se tranquilizó.
Luego se giró y se alejó.Yo bajé del árbol y corrí hasta la montaña.
Esa noche, en la cueva, pinté mi historia. Usando mis dedos y mojándolos en barro y ceniza; dibujé el bisonte y el árbol. Mi madre orgullosa me sonreía y los hombres y mujeres de mi tribu me miraban con ojos abiertos.
Esa noche no me asusté. Me había convertido en un valiente guerrero."
©Manuel Sáenz Rodríguez, "Cuentos de Verano"
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Paola -